Downton Abbey



¿Otra serie británica más? ¡Y tanto!

Esta pregunta podría resultar negativa en otras circunstancias, sin embargo, este no es el caso precisamente.

He de decir que los británicos, cuando se ponen a hacer algo ansiado o buscado por ellos, no tienen competencia alguna. Y hoy en día esto se ve reflejado en lo cada vez más populares que están siendo sus series. Es, como ya he leído en otros artículos, algo que cuidan al detalle. Da igual que el argumento pueda cojear en algunos momentos porque se subsana fácilmente con un delicado refinamiento y rectitud inmejorable. No es que todo esté bien, es que todo está correcto. Todo es…muy británico.

La primera temporada solo tiene siete capítulos pero cada uno ha costado nada menos que la friolera de un millón de euros. Aprovechados al extremo, la inversión y el apoyo recibido han dado lugar a lo que muchos ya califican como “masterpiece”. Yo, la verdad, me uno a ellos.

Como siempre, la versión original supera con creces a la doblada. Es un gran dato a tener en cuenta si se tiene un mínimo de interés por comprobar la verdadera esencia burguesa británica de la época ya que inevitablemente se pierde bastante en el doblaje.

Metiéndonos ya en el argumento, es sencillo identificarse o elegir a tu “favorito” dentro de la serie porque hay personajes para todos los gustos. Las distintas personalidades y deseos de cada personaje conviven en un ambiente dividido entre dos clases sociales, los que sirven y los servidos, pero no por ello renuncian a su propia identidad.

Por ahora, más que en los “señores”, la serie se vincula más con los criados haciéndonos saber más sobre su vida, pensamientos, preferencias y aspiraciones. Podemos ver a criados que aspiran a prosperar en su trabajo a cualquier precio, criados que vienen de una familia feliz y tienen nostalgia de ella, criados que consideran a la familia que sirven como a la suya propia y no podría vivir sin ellos, criados a los que les gustaría cambiar de vida o trabajo, e incluso criados que se sienten frustrados ante un “señor” que no necesita de sus servicios y no poder desempeñar su amado trabajo como desean.

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